Empezamos…

La sexualidad según la OMS es un aspecto central en el ser humano (TODOS los seres humanos) y es inherente al mismo desde el nacimiento a la muerte.

Esto significa que la sexualidad humana tiene multitud de formas de manifestarse mucho más allá de la visión reduccionista coitocéntrica.

Muchos opinan que ahora existe libertad sexual, incluso hay quienes dicen que demasiada, cosa que no comparto, pues la sexualidad que concebimos hoy día es una mera hipertrofia de la sexualidad de antaño, no hemos expandido la visión de la sexualidad humana, sino que la hemos hipertrofiado, que es distinto. Obviamente hoy no es necesario llegar vírgenes al matrimonio y cosas así de represivas que se hacían antes, pero probablemente por nuestra cultura dicotómica y jerárquica se ha producido una nueva zanja en la que:

por un lado se desexualiza toda aquella manifestación de sexualidad que se sale de los límites del reduccionismo desde el que se concibe el sexo,

por otro se hipertrofia la sexualidad coitocéntrica y androcéntrica.

Por eso los tabúes no han desaparecido, sino que son otros nuevos, los estereotipos también son otros.

Este reduccionismo distorsiona la finalidad de la salud sexual: favorecer la comunicación, las relaciones personales afectivas y proporcionar placer, considerando al individuo en todas sus dimensiones: biológica, afectivo-emocional y social-comunicativo.

 

LOS CENTRISMOS DE LA SEXUALIDAD HUMANA

Hemos dicho antes que la sexualidad, lejos de expandirse, se ha hipertrofiado.

Así la reducimos a:

Actos determinados: el coito. Esto es el coitocentrismo. Como si otras prácticas (que no creo que sea necesario explicar) no fueran sexo.

Partes anatómicas concretas: genitales. Como si el contacto con resto del cuerpo no tuviera nada que ver con el placer.

Androcentrismo: visión estereotipada en la que la mujer es objeto de deseo, en cambio, el hombre es el sujeto de deseo. La cosificación de la mujer en los medios audiovisuales ya parece que no es suficiente, asistimos hoy a un fenómeno social que se está normalizando con naturalidad preocupante: la hipersexualización de las niñas, que consiste en presentar a las niñas como miniadultas sexualmente excitantes, a través de la publicidad, los juguetes, series televisivas… las niñas van asumiendo con naturalidad su condición de objetos sexuales.

Determinada franja de edad: la sexualidad parece que sea sólo cosa de adultos. Esta limitación por edad deriva directamente de los anteriores puntos citados y de la vieja idea de entender la sexualidad como sinónimo de reproducción. Por ello quedan excluidas otras edades, preferencias o circunstancias de la vida como la tercera edad, la maternidad o la infancia. Por supuesto que no es la mismo la sexualidad en un adulto que un niño, los pequeños tienen un impulso natural y sano hacia la exploración y el autoconocimiento que nada tiene que ver con el sexo en el adulto, pero todavía hay quienes les dicen cosas como “no te toques ahí, eso está feo”, contribuyendo a la represión sexual. La tercera edad es otro tabú del que no habla.

Debido este reduccionismo se invisibiliza la sexualidad de: discapacitados (físicos o psíquicos), homosexuales, lesbianas, niños, ancianos, etc . Porque no cumplen los criterios reduccionistas de la sexualidad heteronormativa e hipertrófica, hoy no hay una mayor libertad sexual sino más bien una hipertrofia del heteronormativismo y una represión de lo que no se ajusta a los centrismos que hemos expuesto. Pero vamos más allá, hablemos de la sexualidad en la reproducción y del eterno binomio placer-reproducción:

BINOMIO PLACER-REPRODUCCIÓN. DE LA SEXUALIDAD CENTRADA EN LA REPRODUCCIÓN A LA DESEXUALIZACIÓN DE LA REPRODUCCIÓN.

Seguimos en la misma dicotomía placer-reproducción. Tanto antes como ahora siguen enfrentados estos conceptos, solo que de forma diferente.

La moral puritana de antaño centraba la sexualidad solamente en la reproducción, ni se hablaba del placer, y menos del placer femenino. Por suerte, hoy no es necesario ligar la sexualidad a la reproducción, en esto sí hemos avanzado. Pero seguimos dicotomizando, y como si de la ley del péndulo se tratara, hemos pasado al extremo de desexualizar la reproducción.

Surge nuevamente la dicotomía: si antes sexualidad=reproducción, ahora sexualidad=placer (eso sí, un placer limitado a los centrismos). Y bien, ni la sexualidad es sólo reproducción como se decía antes, pero tampoco podemos desexualizar la reproducción (lo explico más detalladamente en los siguientes puntos). El propio embarazo, el parto y lactancia forman una parte más de la sexualidad femenina, pero que nada tiene que ver con los centrismos, pero ¿cómo se puede desexualizar algo sexual como es la reproducción? Vamos a ir desgranando toda la reproducción: desde la etapa periconcepcional hasta la lactancia.

 

ETAPA PERICONCEPCIONAL

Bien es cierto que muchas parejas tienen problemas de fertilidad y necesitan recurrir a técnicas de reproducción asistida, técnicas que obviamente no son precisamente placenteras, no hay unión placer-reproducción en estos casos, incluso hay parejas que cuando se someten a estas técnicas sufren un deterioro en su vida sexual y su relación de pareja (4).

Pero fijaos como, a pesar de hacer técnicas de reproducción asistida, la naturaleza sigue empeñada en que es mucho mejor que el placer de alguna manera esté presente en la reproducción, como se puede deducir de los trabajos de Tremellen y Huang, ellos evaluaron métodos de fertilización asistida en humanos (FIV e inseminación artificial) y su asociación a relaciones sexuales peri procedimientos concluyendo que, si bien es cierto la actividad sexual no aumentaba la tasa de embarazos, el logro de implantación de embriones vivos evaluado a las 6-8 semanas era mayor en aquellas parejas que no suspendían su actividad sexual (1, 2). Se trata de estudios científicos que necesariamente tienen que medir variables objetivas, en este caso han medido las relaciones coitales y lo asocian a mayor éxito en la implantación del embrión, en mi opinión esto va más allá del coito en sí mismo, las parejas que se han tenido relaciones coitales peri procedimiento porque así les apeteció, indudablemente habrá entre ambos comunicación, complicidad, apoyo mutuo ¡y placer!, en un proceso tan duro es de necesidad estar emocionalmente sostenidos, por eso si hay complicidad, apoyo, placer y comunicación en la pareja pues mucho mejor.

Podemos preguntarnos ¿y qué pasa con las mujeres que se hacen reproducción asistida sin pareja? Pues también el apoyo emocional por parte de su entorno de amigos o familia podrían ser muy válidos para sentirse sostenidas, más tranquilas y tener más probabilidades para conseguir el deseado embarazo, incluso hay evidencias de que los centros de reproducción asistida en los que integran profesionales de salud mental para apoyo a las pacientes aumentan las tasas de embarazo (3, 4).

Acabamos de hablar de las parejas con problemas de fertilidad, pero la desexualización de la etapa periconcepcional también se ha extendido a las parejas fértiles. Vivimos en un mundo de las prisas, del estrés, de programarlo todo, cada vez más se ven en consultas parejas muy estresadas sin problemas de fertilidad, que nada más abandonar los métodos anticonceptivos comienzan a programar coitos dirigidos según el calendario de los días fértiles, compran tests de ovulación, hacen método de la temperatura, utilizan aplicaciones móviles para cálculo de los días fértiles, y así todos los meses: hoy toca, hoy no toca,… hay una creencia muy extendida, y de la que no hay evidencias científicas sólidas, de que es mejor programar un coito días alternos (cada 48 horas) en los días fértiles, una práctica que se decía que era mejor para que los espermatozoides se “recuperen”. Imaginaos lo que es tener coitos programados, haya ganas o no haya, sin el placer de una sexualidad espontánea… un estrés continuo, y ¡poco placer!

Habrá parejas que les vaya bien el cálculo de días fértiles (seguramente les hubiera ido igual de bien sin calcular nada), pero hay mujeres que directamente los calendarios y coitos dirigidos les estresa tanto que dejan de ovular por el estrés, hay evidencias de que la calendarización coital está relacionada con ciclos anovulatorios que impiden el embarazo (5). Cada vez hay más parejas con problemas de pareja y disfunciones sexuales por este motivo. Tener una fuerte discusión el día que toca tener coito se ha convertido en un clásico en cada vez más parejas sometidas a este estrés de cálculo de días fértiles.

Agrawal realizó un estudio donde la temperatura basal, el seguimiento folicular y las mediciones del pico de LH no demostraron aumentar la posibilidad de embarazo versus la recomendación de actividad sexual de al menos dos veces por semana, argumentando que tal resultado sería debido a la liberación del estrés asociado a estos métodos y al aumento de la probabilidad de realizar un coito fecundante en el período periovulatorio (6). Existe evidencia que la actividad sexual con fines reproductivos tendrá mayor éxito cuando el orgasmo femenino es posterior al masculino(7,8).

Según los estudios mencionados podemos concluir que:

para la reproducción en parejas sin problemas de fertilidad sería más recomendable al menos dos coitos semanales ¡y con orgasmo!- que calendarizar el coito,

no restringir la actividad sexual a determinados días concretos.

las parejas que se realizan técnicas de reproducción asistida tienen mejores resultados cuando tienen relaciones coitales peri procedimiento. Intuyo que la conclusión sacada para las parejas con reproducción asistida no es el coito como tal, sino el hecho de que las parejas que tienen coitos peri procedimiento seguramente gozan de mayor complicidad, mayor placer, mayor tranquilidad, apoyo mutuo, etc. una vez más parece que el placer quiere ir de la mano de la reproducción.
Parece que de alguna manera, la oxitocina (la hormona del amor) tiene que estar presente en de una u otra forma en la reproducción, ya sabemos que la hormona del estrés, el cortisol, es contraria a la oxitocina. Por eso el estrés es “enemigo” de la reproducción, en cambio el placer y el amor son “amigos” de la reproducción. Cuando hay más complicidad, más apoyo, en definitiva más placer y más oxitocina, hay menos estrés y menos cortisol.

EL EMBARAZO

El aumento de estrógenos y gestágenos aumentan la congestión y sensibilidad de los genitales y la lubricación.

En cuanto a la libido, la mayoría de los estudios coinciden a grandes rasgos en una disminución de la misma, sobre todo en el tercer trimestre, pero no es igual en todas las mujeres, precisamente también hay embarazadas aumentan su libido.

El inconveniente de hacer un análisis de la sexualidad basándonos en evidencias científicas es que la mayoría de los estudios que valoran la sexualidad en el embarazo y puerperio tienen un enfoque genital de la sexualidad, basando sus mediciones generalmente en el número de relaciones coitales. No suelen tener en cuenta la sexualidad no coital.

Es necesario tener en cuenta la multitud de factores que inciden en la forma como se vive el sexo en el embarazo: la cultura, situación socioeconómica, las historias sexuales previas, cómo es la relación de la pareja, malestares del embarazo como náuseas, vómitos, miedos y tabúes como el de hacer daño al bebé, el autoconcepto de la gestante sobre los cambios en su cuerpo. Para unas mujeres no hay merma en su capacidad erótica y orgásmica, se ven bien a sí mismas con su nueva imagen, otras en cambio no se valoran positivamente en su nuevo cuerpo, un buen autoconcepto contribuye a mejorar su autoestima y favorecer la comunicación con la pareja.

También los padres tienen sus miedos e inquietudes: sus necesidades sexuales (y las de la embarazada), los cambios estructurales que sufrirán tus genitales después del parto, sentir celos por el bebé, su capacidad como padres, etc.

En un embarazo normal sin patología intercurrente el coito no entraña ningún riesgo. La contraindicación del coito no implica prohibición de encuentros sexuales, como bien sabemos la sexualidad no es sólo genitalidad: masajes, masturbación, caricias,… pueden ser fuente de placer sensual y comunicación. Como siempre, la comunicación entre la pareja: hablar de sus temores, de sus miedos, de sus necesidades sexuales, sus deseos, fantasías, gustos, preferencias… son muy importantes en esta etapa llena de cambios en el cuerpo, en la psique y en el sistema neuroendocrino de la mujer, en cada pareja se pueden afrontar estos nuevos retos de formas muy diferentes, lo que puede ser válido para una pareja puede no serlo para otra, pues cada cual tiene su contexto biopsicosocial, de ahí la importancia de la comunicación.

SEXUALIDAD EN EL PUERPERIO

Todos los estudios científicos coinciden en la disminución de la libido en la madre (12,13), aunque insistimos nuevamente que la mayoría de los trabajos publicados consideran la sexualidad desde un enfoque genital, no teniendo en cuenta que la propia lactancia es parte de la sexualidad femenina y del bebé (10).

El puerperio modifica las tres dimensiones: biológica, psicológica y social. Cambios físicos (biológico):

Cambios corporales, por ejemplo: loquios, puntos de sutura, dolor en el periné, varices, suelo pélvico hipotónico, para muchas parejas las mamas durante la lactancia pierden su contenido erótico por considerarlas el alimento del bebé.

Cambios hormonales: disminuyen estrógenos que entre otras cosas producen sequedad vaginal, con la lactancia se mantiene el aumento de la prolactina que es la hormona responsable del maternaje (9), aumenta la oxitocina hormona responsable de la ferocidad de las madres como diría el neonatólogo Nils Bergman, durante la lactancia se producen picos de oxitocina (la misma hormona que se eleva también en el orgasmo), estos picos de oxitocina durante la lactancia son un regalo de la naturaleza que hacen de la lactancia un vínculo muy placentero, pero algunas mujeres pueden experimentar excitación sexual cuando dan el pecho (14), lo que en algunas puede generar incomodidad y sentimientos de culpa porque, en lugar de considerarlo como una fuente de comunicación positiva, erróneamente lo confunden con algo anormal o incestuoso.

Cambios psicoemocionales, pueden darse:

Labilidad emocional, sentimientos ambivalentes de tristeza-alegría, inseguridad ante la responsabilidad de cuidar del bebé, del apoyo que tenga la mujer dependerá mucho cómo se viva la experiencia.

La mujer necesita cariño y apoyo por su pareja en la responsabilidad de criar al bebé. A veces, si no hay una adecuada comunicación, la mujer puede no demandar cariño para evitar la relación coital y la pareja puede entender que ella ha perdido el interés en la relación. Por eso una vez más se hace muy necesaria la comunicación entre ambos.

Puede que el cambio del esquema corporal en algunas mujeres produzca malestar y baja autoestima.

Cambios sociales:

El nacimiento de un nuevo bebé es un acontecimiento social importante, a veces las parejas son desbordadas por las visitas.

Cambios en las tareas, obligaciones y responsabilidades: tareas domésticas, trabajo, relaciones sociales, etc.

Influencia social de los modelos de crianza. La depresión post-parto según diversos autores es en gran medida una enfermedad cultural (15) producida por las exigencias y modelos de maternidad asépticas que se promueven las sociedades más tecnocientíficas, donde la red de apoyo social es mucho más escasa y donde, además, los modelos de crianza derivan hacia el ideal de tener bebés que no demanden: que duerman del tirón, que no lloren, que no nos cambien la vida… creando alteraciones en el vínculo madre-bebé, y repercutiendo en el neurodesarrollo de la criatura.
Ya hablamos en el anterior post “la sabiduría de las madres” sobre los drásticos cambios producidos en los sistemas neuroendocrinos de la madre y el bebé según la relación de apego, cambios que se dan principalmente en el sistema límbico (nuestro cerebro mamífero, el que alberga una sabiduría no racional pero no menos importante: el instinto y la intuición). Estos cambios preparan a la madre para: comunicarse con su bebé, para el instinto de cuidar de su criatura, para el vínculo y además, para que dicho vínculo sea placentero. El piel con piel y la lactancia materna son parte esencial del vínculo y del disfrute de ambos, la lactancia materna es parte de la sexualidad femenina y del recién nacido que se encuentra en esa etapa oral que mencionaba Freud. Por tanto, es lógico que la sexualidad con la pareja cambie en esta etapa, pues la naturaleza, tras el parto, se vuelca en el instinto de supervivencia del bebé y el instinto de cuidado de la madre. Es lógico que disminuyan las relaciones coitales durante un tiempo muy variable de una pareja a otra tal y como evidencian diversos estudios, no sólo por los cambios físicos como molestias en periné, sino también porque se necesita un tiempo (muy variable de una pareja a otra y de unas circunstancias a otras) para integrar tantísimos cambios que se han producido en todas las dimensiones de la vida con la nueva llegada del bebé. Es necesario mantener la comunicación y entender que la sexualidad en la pareja en el puerperio no desaparece sino que puede entenderse de otra forma menos coitocentrada y genital, ampliando la sensibilidad erótica a toda la piel, fomentando los encuentros afectivos, caricias, masajes, la intimidad, la comunicación… y por supuesto respetando y cuidando del vínculo entre madre y bebé. Si la pareja está involucrada y sensibilizada con los cuidados del bebé y es capaz de ser un buen sostén emocional para la madre, esto fomentará una mayor complicidad, acercamiento, comunicación e intimidad afectiva en la pareja, pudiendo redescubrir nuevas formas de sentir placer en la intimidad, cada pareja con su propio ritmo.

LA SEXUALIDAD DESDE EL NACIMIENTO. EL APEGO SEGURO Y SUS IMPLICACIONES EN LA SALUD FUTURA DEL BEBÉ.

La sexualidad en el lactante y en los primeros años de la vida forma parte de un largo camino a recorrer cuyo final es impredecible y donde un grupo de factores juegan un importante papel (11). En el lactante un momento de placer se asienta en la intimidad de los padres con el pequeño a través de los mimos, caricias, besos y abrazos, reforzados por otras actividades como son la lactancia materna, el baño o el vestir al pequeño. Un bebé carente de esta intimidad y afecto puede experimentar en un futuro problemas para establecer una relación afectiva con otras personas y poder sentirse a gusto con su sexualidad (11).

Para facilitar el vínculo, lo ideal es que sea desde el mismo nacimiento, que desde el parto se produzca un ambiente íntimo, en el que la mujer se encuentre tranquila y apoyada emocionalmente. En un metaanálisis de la Cochrane que incluyó 16 ensayos de 11 países, con más de 13.000 mujeres se concluyó que las mujeres que recibieron apoyo continuo en el trabajo de parto tenían mayor probabilidad de tener un parto normal, menor probabilidad de parto instrumental o cesárea, tenían mayor probabilidad de sentirse satisfechas y pasaban por un trabajo de parto más corto (17). Según refiere esta misma revisión textualmente dice: “durante el trabajo de parto las mujeres pueden ser singularmente vulnerables a las influencias ambientales; la atención obstétrica moderna somete con frecuencia a las mujeres a rutinas institucionales, tasas altas de intervención, personal poco familiarizado, falta de privacidad y otras condiciones que pueden experimentarse como duras. Estas condiciones pueden tener un efecto adverso sobre el progreso del trabajo de parto”.

El apoyo emocional a la madre reduce el estrés y el miedo dándose así a nivel neurohormonal las mejores condiciones para la evolución del parto y para el vínculo madre-bebé, la llamada hormona del amor, la oxitocina es una neurohormona (es decir, aparte de ser una hormona, actúa como neurotransmisor en el cerebro) cuyos niveles en el cerebro de la madre y del bebé tras el parto son elevadísimos, y vuelve a elevarse con la propia lactancia, el piel con piel, las caricias,… de manera que un apego seguro en el que el bebé se sienta sostenido física y emocionalmente y halle la satisfacción y el placer le predispondrá en la etapa adulta a una mejor capacidad de relacionarse de forma sana con los demás, a unas relaciones afectivas saludables, en definitiva a una mayor salud mental. En palabras del padre de la teoría del apego John Bowlby “consideramos esencial para la salud mental, que el bebé y el niño pequeño experimenten una relación cálida, íntima y continuada con la madre (o sustituto materno permanente), en la que ambos hallen satisfacción y goce”.

Dra. Miriam Al Adib Mendiri. Ginecóloga y Obstetra en el Servicio Extremeño de Salud.

BIBLIOGRAFÍA:

1. Tremellen KP, Valbuena D, Landeras J et al: The effect of intercourse on pregnancy rates during assisted human reproduction. Hum Reprod 2000; 15(2): 2653-8.

2. Huang FJ, Chang SY, Kung FT et al: Timed intercourse after intrauterine insemination for treatment of infertility. Eur J Obstet Gynecol 1998; 80(2): 257-61.

3. Stanton A: Stress and coping: Implications for managing infertility treatment. J Soc Clin Psychol 1992; 11: 1-13.

4. Palacios B. Estela, Jadresic M. Enrique, Palacios B Fernanda, Miranda V Cristián, Domínguez Rosario. ESTUDIO DESCRIPTIVO DE LOS ASPECTOS EMOCIONALES ASOCIADOS A LA INFERTILIDAD Y SU TRATAMIENTO. Rev. chil. obstet. ginecol. [Internet]. 2002 [citado 2016 Mayo 12] ; 67( 1 ): 19-24.

5. Valdéz R Enrique. CONCEPTOS DE SEXUALIDAD EN PERINATOLOGIA. Rev. chil. obstet. ginecol. [Internet]. 2003 [citado 2016 Mayo 12] ; 68( 4 ): 333-336.

6. Agarwal SK, Haney AF: Does recommending timed intercourse really help the infertile couple? Obstet Gynecol 1994; 84(2): 307-10. 7. Singh D, Meyer W, Zambrano RJ et al: Frecuency and timing of costal orgasm in women desirous of becoming pregnant. Arch Sex Behav 1998; 27(1): 15-29.

8. Shafik A: Vaginocavernosus reflex. Clinical significance and role in sexual act. Gynecol Obstet Invest 1993; 35(2): 114-7.

9. Bridges RS, Numan M, Ronsheim PM, Mann PE, Lupini CE. Central prolactin infusions stimulate maternal behavior in steroid-treated, nulliparous female rats. Proc Natl Acad Sci U S A. 1990;87(20):8003-7

10. Balint M. La falta básica. Paidós. Barcelona 1993

11. Miyar Pieiga Emilia, González Labrador Ignacio. Información que tienen las madres sobre algunos aspectos de la sexualidad infantil entre 0 y 4 años. Rev Cubana Med Gen Integr [Internet]. 2001

12. Glazener CM: Sexual function after childbirth: women’s experiences, persistent morbidity and lack of professional recognition. Br J Obstet Gynecol 1997; 104(3): 330-5.

13. Dixon M, Booth N, Powell R: Sex and relationships following childbirth: a first report from general practice of 131 couples. Br J Gen Pract 2000; 50(452): 223-4.

14. Colectivo del libro de salud de las mujeres de Boston. Nuestros cuerpos, nuestras vidas. Barcelona: Icaria, 1984.

15. Callister, Lynn Clark PhD, RN, FAAN; Beckstrand, Renea L. PhD, RN, CNE, CCRN; Corbett, Cheryl APRN, MSN, FNP. Postpartum Depression and Culture: Pesado Corazon. MCN, American Journal of Maternal Child Nursing: September/October 2010 – Volume 35 – Issue 5 – p 254–261. doi: 10.1097/NMC.0b013e3181e597bf

16. von Sydow K. Sexuality during pregnancy and after childbirth: a metacontent analysis of 59 studies. J Psychosom Res. 1999 Jul;47(1):27-49

17. Hodnett ED, Gates S, Hofmeyr GJ, Sakala C. Apoyo continuo para las mujeres durante el parto (Revisión Cochrane traducida). En: La Biblioteca Cochrane Plus, 2008 Número 4. Oxford: Update Software Ltd.